domingo, 3 de abril de 2016

Hijos de un cielo gris capitulo 1

Capítulo 1 — El encargo


Los rayos de sol comenzaban a penetrar en las grises nubes las cuales dominaban aquellos cielos, apenas tuvo la oportunidad de escuchar en el tocadiscos su canción favorita, mucho menos dar un trago al café amargo cuando el impacto de otro misil hizo temblar toda la aeronave, no iba a ser un buen día ¿A caso alguno lo era? Se preguntó Parche Mackdugan mientras se terminaba de colocar su vieja gabardina marrón antes de correr a la cubierta armado con sus dos revólveres. No solía plantar cara cuando de una pelea se trataba, el éxito de una vida de contrabandista consistía en coger y correr, de querer disparar o esquivar balas se habría quedado en el ejército, pero en esta ocasión ya nada se podía hacer excepto plantarle cara a uno de sus enemigos o como el los llamaba competencia laboral.
Nada más salir a cubierta contempló como parte de la popa estaba en llamas, aun así, no parecía que a Pankora la joven Zodiac, eso le impidiera usar el único cañón de la nave mientras maldecía como un marinero, era curioso como esta joven perteneciente a una raza otorgada con los dones del zodiaco y rasgos de animal, concretamente los de un gato, disfrutara tanto del fuego y la destrucción, originales del bosque azul, uno podría pensar que sus gentes amarían la naturaleza y serían protectores férreos, pero eran todo lo contrario, la niña cercana a la pubertad consiguió un poco más de tiempo, disparó el ultimo misil que les quedaba, pues la nave llamada Priscila era un modelo antiguo de corta nubes, diseñada para trasporte no para el combate, aunque rápida y fácil de manejar pronto dejaría de soportar aquella ofensiva por parte de Wolfer otro contrabandista que controlaba una aeronave más grande y armada hasta los dientes.
La cubierta había sido asaltada por carroñeros del aire, Parche pudo contar con su único ojo bueno al menos seis de ellos, asaltantes o piratas que saqueaban naves más pequeñas.
Gravius hacía frente a dos de ellos con sus manos desnudas, su gran fuerza le daba ventaja pero ellos iban armados, pese a su resistente piel no soportaría todo el daño a bocajarro, Parche disparó un par de veces, pero solo consiguió llamar su atención, no era un gran pistolero, se le daba mejor beber y hacer chistes irónicos, gracias al buen cañonazo de Pankora, la nave grande tenía problemas para conseguir un tiro limpio y hacerlos volar por los aires pero uno de sus disparos destrozó el mástil de la nave, ya no contarían con el viento a favor, solo era cuestión de tiempo que las hélices sufrieran el mismo destino.
Uno de los asaltantes sorprendió al hijo de la piedra, pero sus cuchilladas no consiguieron penetrar la dura piel, Gravius no pudo deshacerse de él, aunque toda su atención se centraba en sus dos contrincantes que aún continuaban disparándole de frente, empleó un trozo del mástil aun envuelto en llamas como arma para batearlos lanzándolos por los aires, el tercero aun enganchado en su espalda recibió dos cartuchos de escopeta, hasta el propio Gravius pudo notar como las tripas de aquel desdichado le golpearon la espalda provocándole quemaduras.

¿Es que uno no puede echarse una siesta sin que intenten matarlo?

El buen doctor Albert hacia acto de presencia en la cubierta, portaba en su diestra la escopeta ejecutora de aquel despiadado disparo mientras usaba su siniestra para dar un trago a su petaca, ambos se dedicaron una mirada confirmando que se encontraban bien y continuaron haciendo frente a los invasores.
El capitán no estaba teniendo tanta suerte, rodaba ente cajas y escombros para evitar que las balas lo dejaran como un colador, más asaltantes descendieron desde la nave enemiga, empleó algunas granadas de humo de su cinto, para conseguir tiempo, pero era cuestión de minutos que volaran por los aires o se estrellaran, Billy el piloto estaba realizando increíbles acrobacias para no convertirlos en un blanco fácil pero eso no duraría, era un serenado, una raza muy parecida a los humanos con la excepción de que carecían de sentimientos, ni alegrías ni miedos, Parche se felicitaba a sí mismo una vez más por tener a uno de ellos pilotando su nave.
Consiguió avanzar evitando el fuego enemigo unos pasos, los gritos salvajes de su contramaestre Gravius le sirvió para situarse entre aquella improvisaba niebla, avistó a un enemigo algo confuso, un tiro limpio en la cabeza bastó, pero de la nada un cuchillo le beso el hombro izquierdo le continuó el rugido de una escopeta que salpico de sangre la gabardina.

¿Qué cojones está pasando capitán?
La voz del doctor tranquiló brevemente a Parche quien se encendió uno de sus puros sonriente pese al infierno que se alzaba ante ellos.
Nuestro rival empresarial Wolfer, parece que le hemos cabreado demasiado.
¿Cuál es el plan?
Pedirles perdón con mucha sinceridad.

Mientras el par de contrabandistas conversaban espalda contra espalda rechazando a cualquiera que se le acercara a base de plomo, el humo iba desapareciendo dando paso a un escenario encarnizado, pudieron contar a unos siete hombres enfrentándose a Gravius, que tras destrozar su improvisada arma contra los cuerpos enemigos optó por placar a un par mientras pisaba a otros tantos a su paso, siempre era un espectáculo ver al grandullón en su frenesí colérico, le bastaron sus manos desnudas para reventar a los enemigos como si se tratasen de papel.
Aunque los asaltantes empezaron a ser una mera molestia, Wolfer volvió a contraatacar con sus cañones, una lluvia de metralla destrozó la mayor parte de la cubierta junto con una de las hélices, la tercera oleada de asaltantes descendió esta vez mejor armados con armas automáticas parecían más interesados en destrozar a Priscila que en la tripulación en sí, pero aun así no pudieron evitar ser rodeados por aquellos mercenarios.

Perdonad mi reciente nerviosismo capitán, pero ¿Cuál es el plan de emergencia dispuesto a realizar ante esta situación?
Gravius, destruye toda cara no conocida y recemos por un milagro.

Las palabras de Parche lejos de tranquilizar a nadie solo provocaron la decepción típica del doctor que se estaba quedando sin munición y una cara apática del coloso que necesitaría algo más que su fuerza bruta para salir de aquel embrollo.
El rezo de aquel trio fue escuchado en forma de fuego en grandes cantidades, Pankora no resultó estar ociosa en todo ese momento, había hecho su entrada sacando a pasear a ``Chocolate´´ así se llamaba el arma favorita de la zodiac, un lanzallamas de largo alcance que comenzó a barrer con su fuego a todo lo que se ponía a tiro, las balas enemigas silbaron en todas direcciones pero en los ojos de la joven solo se reflejaban el fuego y el placer que le provocaba contemplarlo, los enemigos corrían gritando envueltos en llamas como pollos sin cabeza precipitándose hacia una caída mortal, otros murieron rodando por el suelo rematados por una bala piadosa de Parche o Albert.

¿Te has vuelto loca? ¡Vas a quemar mi nave!
¡Capitán no se preocupe! ¡Tomad el amor de Chocolate hijos de perra!
¡Pankora detente maldita sea no hay más enemigos!

La joven se detuvo, pero no ante la orden de su capitán, la nave enemiga les había alcanzado hasta el punto de sobrevolarles, varios cañones los apuntaban mientras Wolfer con su extravagante bigote se dejaba ver sonriente.

Admito que has sido un oponente digno Parche, pero tu suerte se terminó, quería despedirme de ti en persona por tantos años de sana competencia.
Vamos Wolfer, pensé que éramos amigos, yo te he perdonado la vida unas cuantas veces, venga quédate con la mercancía y todos en paz.
Esto no es por dinero, es el orgullo de un hombre, me lo debes por lo de aquella niña.
Solo fueron un par de plumas y alquitrán, mi vida vale un poco más que eso ¿No te parece?
Siempre tan divertido, eso lo echaré de menos ¿Tus últimas palabras?

Parche no necesitaba dos ojos para ver que estaba jodido, demasiado jodido, la nave ardiendo y sin mástil, no había forma de escapar de aquellos letales cañones, con uno solo disparo partiría la aeronave en dos, dedicó unos segundos a contemplar a su tripulación la cual esperaba que se le ocurriese alguno de sus disparatados planes de huida, pero esta vez no le quedaban cartas bajo la manga, dio una calada profunda a lo que podía ser su ultimo puro, fue en ese momento cuando notó como su melena negra se erizaba un poco, era electricidad estática, ninguna nave funcionaba con electricidad excepto una muy concreta, las aeronaves de la Unión.

¿Qué ocurre? ¿Ningún comentario sarcástico e ingenioso antes de morir? Me esperaba algo más de ti antes de mandarte al otro barrio.
Mi querido Wolfer siempre me infravaloras, solo recuerda este día como el ultimo de nuestra amistad.

Nada más decir aquello un relámpago atravesó la gran nave donde Wolfer viajaba, sus cañones reventaron debido a la descarga eléctrica que sufrieron, sus hélices se detuvieron y por las explosiones que les sucedieron las calderas explotaron obligándoles a descender dejando una estela de humo negro, lo último que la tripulación pudo contemplar de su atacante fue el rostro de Wolfer maldiciéndoles e intentando salvar la vida.

¿Qué cojones ha sido eso?
Ah mi buen doctor, mi plan de emergencia ha salido como lo planeé
Puedes verter un poco más de información en esta escasa explicación.
Por supuesto Gravius, sabía que teníamos a Wolfer acechándonos, me encargué de facilitar la información de su nave junto con una falsa noticia de que nuestro rival había asaltado algunas naves de la nobleza a la Unión por esta zona y parece que funcionó.
¡Un plan genial capitán! ¡Siempre sabes cómo salir ileso!
¡Déjate de halagos y corre apagar el fuego casi nos tuestas a todos Pankora!

La zodiac corrió a obedecer la orden mientras que el doctor y Gravius lejos de sentirse seguros señalaron una de las dos naves de la Unión que se aproximaban, lucía el emblema distintivo de un teniente o cabo de las fuerzas del orden, esto tampoco agradó al propio Parche que no contó con que acudiera un peso pesado para una minucia como la de atrapar a un asaltante como Wolfer.
¿Esto también es parte de tu magnifico plan capitán?
Me temo que no doc. Creo que acabamos de saltar de la salten a las brasas.

Y no se equivocaba, los poderosos cañones apuntaban a la maltrecha Priscila que apenas se podía mantener en el aire, huir no era factible y menos con aquella eléctrica artillería que los freiría antes de que pudieran parpadear. En pocos segundos una plataforma acopló a Priscila con una de sus naves de la Unión, una mujer joven de pelos negros cortados a tazón embutida en un traje azul marino con el símbolo de cuatro esferas unidas por una cruz bordado en su pectoral derecho descendía junto con cuatro soldados fuertemente armados, poseía una mirada sería, se trataba de una teniente, todo en ella emanaba autoridad, le costó unos segundos, pero Parche la reconoció, por desgracia los recuerdos provocaron que ignorara toda hostilidad posible.

¡Valentine! ¡Como siempre eres mi ángel salvador!

La joven se acercó velozmente hacia el maltratado capitán, sin darle oportunidad a reaccionar, le asestó un derechazo noqueándolo contra el suelo, se giró al resto de la tripulación mostrándoles cierto fuego interno en su mirada.

Quedáis todos arrestados.




Habían pasado casi dos días presos, los cuales Gravius empleó para meditar e intentar ignorar los insultos, amenazas o vejaciones que la boca de Pankora ofrecía al carcelero, el doctor y Billy jugaban a las cartas apostándose una paga del mes que nunca verían, pero doc disfrutaba entrenándose con un serenado, su mirada era eternamente de póker, estar presos no les resultaba extraño, no era la primera vez que visitaban un calabozo, no sería la última tampoco.

¿Creéis que Parche nos ha vendido?
Yo en su lugar lo habría hecho Pankora.
Debo contradecirte doctor, nuestro líder pese a sus debilidades y sus carencias como ser humano, jamás ha recurrido a la traición con sus tripulantes.
Ya ya ya, Parche es genial, pero lleva demasiado tiempo hablando con ese chupa tintas.
No es un chupa tintas, es Anthony Gueler, héroe condecorado de las Guerras de las brujas, ahora general y guardián de la zona norte del planeta.
Esto es una sorpresa, nuestro piloto es una amante de la historia, venga juega carta y recemos para que nos saque de aquí pronto, necesito un trago.

Muchos podrían opinar que Mackdugan corría mejor suerte, pero no era así, se encontraba esposado en el despacho de uno de los cuatros hombres más poderosos del planeta, aquella sala decorada con tanto lujo, provocaba el deseo de Parche por regresar a su humilde camarote, nadie le explicó porque se encontraba allí, pero debía de ser algo importante, pues no había quebrantado la ley demasiado como para estar en un lugar como este.
Su interlocutor aun pasado diez minutos en su presencia no había emitido sonido alguno, solo leía informes en completo silencio, como si se encontrara solo, no era un hombre demasiado viejo, quizás un par de años mayor que él, pero en su rostro uno podía contemplar el desgaste que suponía el peso de su cargo.

Anthony ¿Vas a guardar silencio mucho más? No soy una chica de pueblo, no te hagas más el interesante.

Las palabras pese a su tono satírico, sonaron más familiares que irritantes, ambos se conocían demasiado bien, había servido juntos en el ejército, pero el general siempre fue un hombre ambicioso, un tiburón que no descansaba hasta conseguir lo que deseaba, no le importaba los medios solo el fin, su determinación y falta de escrúpulos le habían conseguido todo lo que codició, quizás por ello él era uno de los gobernantes mientras que Parche solo un contrabandista de poca monta.

Como siempre te puede esa bocaza Mackdugan, deberías saber controlarte mejor.
Al menos quítame las esposas, ¿Crees que soy demasiado peligroso?
Si así fuese, te hubiera fusilado, ambos sabemos que puedes tú mismo librarte de tus cadenas, cuando dejes de fingir debilidad comenzaremos hablar.

El general no se equivocaba, Parche necesito solo unos segundos para quitarse las esposas y dejarlas en la mesa con una sonrisa no muy sincera, puede que aquel uniformado de aspecto estirado lo conociera, pero ese rio corría en ambas direcciones.

Te he solucionado un problema, ahora tú vas a solucionarme otro a mí.
Si te refieres a Wolfer, solo era una disputa sin mal intención.

El militar saco de uno de los cajones de aquella mesa un sobre que deslizó al borde donde se encontraba Parche, el cual, aunque curioso solo le dedico unos segundos con la mirada sin tocarlo, había cometido muchas tonterías de joven, pero trabajar con la Unión no entraba en sus planes.

Quiero que recuperes un contenedor de suministros para mí.
Deje atrás la vida de soldado, no trabajo para vuestra fascista organización.
Una vez más te adelantas, es algo confidencial y exclusivamente para mí.
Prefiero pasar un tiempo en la cárcel, gracias Anthony, pero prefiero conservar la poca alma que me queda.
¿Por qué de eso se trata verdad? Tu alma, te aconsejo que eches un ojo a ese sobre.

Aquella chanza no le dolió tanto al contrabandista de un solo ojo, como lo que encontró entre los informes del sobre, varios datos y localizaciones de personas que conocían muy pocos pero que ahora era dominio de aquellas fuerzas de la ley.

¿Cómo has dado con ellos?
Relájate Parche, no me interesa para nada ese grupo de delincuentes y anarquistas, considéralo una póliza de seguros que me cobrare si no colaboras.
¿Serías capaz? ¿Dónde está el juramento de proteger al inocente?
Inscripto en mi placa, volviendo al tema que aquí nos ocupa, necesito que recuperes un contenedor de suministros para mí.
¿Qué contiene?
No es de tu incumbencia, no es algo que puedas vender o que te haga volar por los aires
Si es de mi interés, cuando quieres emplear un contrabandista en vez de uno de tus chuchos.

El general suspiró intentando no perder muchos los estribos, era un tema delicado para él, quería llevar todo el asunto con suma descripción, cuantos menos datos ofreciera más hermética resultaría la operación, se tomó unos segundos mientras sacaba del mismo cajón una caja con puros que ofreció a Mackdugan con ánimo de suavizar la hostilidad y las posibles preguntas, pero el contrabandista no era estúpido, amaba los puros, tomó unos cuantos como si se tratasen de caramelos, los guardó en su vieja gabardina marrón a excepción de uno que se encendió allí mismo con su viejo mechero el cual tenía como distintivo la silueta de una mujer pechugona montada en un misil grabado en uno de los lados.

Que solicite tus servicios y no de mi personal más cualificado se debe a que el contenedor no se encuentra en mi jurisdicción, no tengo autoridad allí, la clandestinidad es vital, siendo sinceros no eres gran cosa Parche, pasaras desapercibido fácilmente, solo un vulgar ladrón.
Primero regalos y luego insultos, sabes conquistar a una dama, ¿A dónde hay que ir?
Al paso del Ahorcado, en el distrito este, un tren hará escala en el puesto de mineros a repostar, en el último vagón se encuentra lo que necesito, un contenedor de suministros médicos que obviamente no los contiene, un par de soldados de la Unión la vigilan, seguridad estándar, el resto de vagones solo trasporta trabajadores y turistas.

Tras conocer la localización el capitán de la Priscila no pudo evitar expresar asombro y un terrible arrepentimiento por haber aceptado el encargo, tanto los generales como él sabían perfectamente quien controlaba aquel distrito, el escogerlo precisamente a él y no a otro no fue por temas de clandestinidad, Parche se echó las manos a la cabeza ignorando cualquier detalle que le estuviera dando el general, durante años la Priscila había evitado volar por el distrito este por motivos muy concretos.

No puedes obligarme a volar por aquella zona, él se me echara encima como un chacal.
Me importa bien poco tus tonterías sentimentales, tus lamentaciones de una vida triste llena de fracasos y decepciones, harás lo que te ordeno o toda esa escoria será ejecutada junto con ese señor del crimen al que tanto cariño le has cogido.

Parche no podía poner en peligro a los mencionados, aunque sabía que si no ponía remedio enseguida aquel militar sin escrúpulos lo chantajearía siempre que quisiera, de momento no tuvo más opción que aceptar el encargo, de nada serviría discutir, la vida que le había tocado funcionaba según iban llegando las cartas, solo necesitaba ser paciente a una buena mano.

Tú ganas general, ¿Cuándo llegara el tren?
En una semana, uno de mis suboficiales te acompañará para supervisar el trabajo, te dará más información y planos tanto del lugar como del tren.
Genial y ahora una niñera, el día se pone cada vez mejor.
Solo una cosa más Parche, pase lo que pase, el contenedor debe ser mío, ya tengas que sacrificar a esa basura que llamas tripulación o tengas que mancharte de sangre las manos, no fracases o yo mismo colgare a ese falso cura delante de ti.

Tras aguantar un par de amenazas más durante unos minutos, Mackdugan fue liberado, el resto de la banda llevaban fuera unas horas antes que él, se limpió la gabardina disfrutando de su puro, se encontraba en capital Ocaso, la ciudad más grande e importante del distrito Norte, había pasado mucho tiempo desde su última visita a la metrópolis cuando era más joven y las adversidades de la vida era meras nubes en un horizonte lejano.
Caminó tranquilo por aquellas calles empedradas con sus edificios altos, la gente lucía ropas elegantes en aquella parte de la ciudad, todo era limpio excepto él, sus botas sucias, la gabardina medio chamuscada, daba el aspecto de un perro callejero, ¿Cuánto había cambiado su vida? Con frecuencia se lo preguntaba, en otro tiempo hubiera paseado por aquel lugar como otro de los glamurosos y respetados ciudadanos, pero a medida que avanzaba hacia el sur, la propia ciudad le mostraba la auténtica realidad, los edificios descendían llegando a convertirse en almacenes industriales, chabolas o meras cabañas construidas con placas de contrachapado, las baldosas se tornaron tierra embarrada, incluso las continuas brisas de las aeronaves aterrizando o despegando del aeropuerto eran sustituidas por los humos de las chimeneas industriales. Cuando se formó la unión entre las cuatro naciones, se aseguraron una paz duradera trayendo años de prosperidad y diversidad cultural, era necesario tras la última guerra de las brujas, bastó un enemigo común para que las cuatro razas dejaran de guerrear entre ellas por los recursos del mundo, pero también conllevó a mucha miseria, la mayoría de soldados, trabajadores en la maquinaria de la guerra, fueron despedidos, la clase noble tomo las riendas de la economía desarrollando los grandes núcleos mientras las aldeas y poblados regresaban a una primitiva supervivencia. Parche pese al paisaje tan deprimente que ante él se mostraba se sentía más cómodo en la cara mala de la vida, continuó su caminata hasta llegar al único local cercano donde su tripulación podría estar esperándolo, ``el llanto del Zodiac´´ antiguamente conocido como ``La risa del Zodiac´´ pero su dueño un Zodiac de aspecto osuno tuvo mala suerte, la única clienta que consiguió estaba formaba por contrabandistas, obreros deprimentes y ladrones, ante esto decidió cambiar al nombre actual.
Nada más traspasar las dos puertas de vaivén de bisagras oxidadas, Parche sintió que retrocedía al pasado, todo se encontraba igual que en su juventud, al menos lo recordaba así, un par de mesas donde los clientes jugaban a las cartas, un escenario deshabitado, el viejo piano comiendo polvo en un rincón y no podía faltar el viejo dueño con hocico alargado y panza horonda detrás de una barra algo sucia por ser humilde con la descripción.
En una de las mesas el resto de los miembros de la Priscila brindaban alegres sin percatarse de la llegada de su capitán el cual se encendió otro de los puros antes de incorporarse a la fiesta.

¿Celebrando nuestra libertad?
O tu sacrificio para que pudiéramos escapar.
No hagas caso al doctor, ¿Cuándo nos devolverán a Priscila? Capitán ¡No han querido ni entregarme a mi querido chocolate!
Tranquila Pankora, en un par de días nos devolverán a nuestra querida niña reparada del todo.

Parche se sirvió un trago de aquella botella que estaba sufriendo un drenaje rápido por parte de todos, no era muy amante del whisky, pero a veces un líder debía hacer este tipo de sacrificios para empatizar con sus subordinados, además necesitaba coger fuerzas para comentarles en que lio se habían metido.

Bueno, seré directo, si no estamos presos, es porque el general quiere que robemos algo para él.

El asombro fue colectivo, Parche no era un hombre rencoroso ni vengativo, pese a sus enemigos o rivales empresarios como a él le gustaba llamarlos, solo albergaba odio y desprecio hacía una cosa, la Unión. No hacía falta ser un experto para comprender que el asunto era extremadamente grave.

Explicamos un poco más, como hemos pasado a ser las rameras de la Unión.
Sencillamente han averiguado donde está el padre Hiena y la red de distribución.

Parche necesito otro trago tras escupir aquella declaración, los rostros alegres se tornaron serios las risas fueron sustituidas por unos segundos de completo silencio hasta que Gravius decidió hablar.

¿Albergamos alguna sospecha sobre el modo en el que han dado con nuestros aliados?
Tengo mis sospechas, pero centrémonos en realizar con éxito este trabajo y nadie correrá peligro.
¿Tan seguro estas? Te recuerdo que lo piensas y ocurre rara vez es lo mismo.
Ten más fe en tu capitán Albert ¿Cuándo he fallado en mis planes?
Pues aquella vez en la laguna de petros.
¡Oh también con lo de la tribu caníbal del prado gris! ¡Aunque Chocolate pudo dar mucho amor!
Debo añadir a sus referencias, la misión de los gemelos de rubí, casi nos extirpan las extremidades superiores por errar con tus apuestas con los dados.
Vale vale, admito que alguna cosa suele complicarse, ¿Pero que es una vida sin emociones?
Toda mi vida.

Tras la aportación de Billy nadie pudo evitar romper a carcajadas excepto el propio piloto que continuo con su inexpresividad, los tragos y una segunda botella ayudaron a olvidar brevemente el encargo que tenía entre manos, pasaron un par de horas recordando irónicamente la perfección de los planes de Parche mientras él intentaba ignorarlos, pero en su interior se sentía alegre pues pese a todas las adversidades su día había vuelto a la normalidad o al menos lo que podía considerarse como tal.


Parche tenía indicaciones de esperar a las afueras de la ciudad, concretamente en un refugio para desamparados y vagabundos, que los hijos del manto dirigían allí, dicha orden se formó tras el gran cataclismo cuando la tierra quedo quebrada y las guerras comenzaron, su ayuda con los heridos junto con su imparcialidad en los conflictos de razas los convirtieron pronto en una orden internacional, tras formarse la Unión, les concedieron tierras, ciertos privilegios sociales e inmunidad en diversas leyes, algunos vieron una amenaza en esto, pero sus integrantes habían jurado voto de pobreza, no participaban en nada que no estuviera relacionado con los desamparados, acogían a cualquiera que necesitara ayuda, actuaban por pequeñas colonias y una vez al año todos los representantes se reunían en el distrito central para visitar la tumba de su fundadora Carlessa Mantossie la cual falleció haciendo frente a la única amenaza de los últimos diez años cuando las brujas aparecieron.
La tripulación fue recibida como otro grupo de vagabundos, lo bueno de estos samaritanos es que no hacían muchas preguntas, estuvieron esperando por tres días intentando no buscar más problemas, como se le había comunicado una pequeña nave del ejercito hizo su presencia escoltando a Priscila la cual estaba completamente reparada y tras mucho tiempo limpia, ninguno recordaba brillar tanto a la nave que tantos años había sido su hogar.
Cuando aterrizó se encontraron a la teniente Valentine, lucía el mismo mono ajustado, pero de color negro y una chaqueta blanca, pese a tener poco pecho y un corte de pelo que le daban un aire colegial, su rostro se mantenía agresivo siempre desafiante, lucía en su cinto un revolver y un estoque con una empuñadura humilde, en paralelo a sus pies un petate de medianas dimensiones.

¿No me digas que el general te ha obligado a entregarme la nave en tu día libre?
Mackdugan disfrutó de aquella pregunta mientras se encendía un puro, aquella mujer no era la primera vez que le había golpeado, pero poder chincharla era algo que no podía evitar, un par de puñetazos más eran un precio razonable.
Sigo sin comprender como lo consigues Parche, ¿Cómo consigues librarte de pudrirte en una cárcel?
Se debe a mi carisma y mi atractivo mi querida Valentine. Ahora dime ¿Dónde están los planos y el resto de información?
Los tengo yo, cuando sea el momento te hare participe de ellos, déjate de charlas y despega esta chatarra.
¡Espera! ¿Cómo que despegue?
Tengo orden directa del general de acompañaros para supervisar la misión.
¡No y no! ¡Ese no era el trato!

Parche se negaba a navegar con aquella militar, una cosa eran un par de pullas y otra muy distinta viajar con alguien con quien había compartido un breve tiempo de su pasado, el cual se había molestado en dejar atrás a toda costa.

Resígnate, ninguno de los dos quiere esto, pero no es opcional, terminemos cuanto antes y ambos podremos volver a olvidarnos del otro.

La joven tenía razón, si estuviera en manos de alguno de ellos jamás habrían compartido travesía alguna, el capitán se resignó aceptando la presencia de la teniente, quizás el destino cruzó sus caminos otra vez por alguna razón, pero Parche sabía que en raras ocasiones los fantasmas del pasado regresaban para facilitarle las cosas.
La vida en una aeronave solía ser repetitiva, el doctor mantenía ordenado y limpio el pequeño habitáculo que tenía como enfermería, el resto del tiempo que no empleaba sacando balas o cosiendo heridas, bebía y practicaba con las cartas, Billy hacía casi toda su vida en la cabina de mando, pilotando a Priscila por las rutas que el capitán establecía, al ser un serenado, era el mejor oyente, recibía visitas de vez en cuando de alguno de los compañeros cuando estaban más ociosos.
La naturaleza nerviosa de Pankora, era utilizada junto con su amor por el fuego para mantener las calderas alimentadas cada cuatro horas, también era la encargada de su mantenimiento, quería ser una mecánica de renombre, pero su predilección por las armas le hacía avanzar lentamente bajo la tutela de Parche.
Gravius el gigante de la tierra, era la mano derecha del capitán, gracias a su considerable fuerza, realizaba el solo las tareas de la cubierta y con bastante agilidad pese a sus dimensiones, tanto las funciones de logística como la seguridad de la nave eran suyas, posiblemente sin sus esfuerzos la nave hubiera caído en más de una ocasión desde los cielos, habría que añadir que también era el cocinero de abordo, era su pasatiempo favorito, incluso cuando los alimentos no podrían llegarse a considerar como tales.
Si Gravius era el esqueleto firme donde recaía toda la responsabilidad de la nave, Parche podría considerarse el corazón, conseguía los encargos, a veces incluso lograba dar órdenes, planeaba las rutas, mantenía el optimismo pese a estar rodeado en un mar de llamas, cuando no estaba en la cubierta contemplando los cielos o emborrachándose en su camarote, gastaba su tiempo entre los motores y calderas, la única habilidad destacable de este contrabandista de un solo ojo digna de mencionar era la mecánica.
No podían llamarse amigos, ni familia, cada uno de los tripulantes de la Priscila tenía sus secretos, sus pecados y el estar allí posiblemente fuese su penitencia, se reunían para comer, luchaban por sobrevivir día a día, algunos soñaban, otros únicamente tragaban con lo que venía, solo tenían claro una cosa, todos ellos eran hijos de un cielo gris.


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